La ruptura entre UCI y ASO provocó que en este 2008 todas las carreras organizadas por ASO estuvieran bajo la tutela de la Federación Francesa de Ciclismo, incluido el Tour de Francia. La UCI amenazó a todos los que podía amenazar, equipos y corredores incluidos, con no se sabe muy bien qué. Porque los organizadores son al final quienes deciden los que disputan las pruebas, y por suspuesto, todos los equipos fueron detrás de los organizadores, pasando de la UCI.
A raíz del acuerdo, el presidente de la UCI, Pat McQuaid, ha dicho que el organismo que preside "procederá a una revisión total del sistema del ciclismo de élite con sus socios". Quizás eso fue lo que debía haber hecho la UCI en su día: consensuar el nuevo ciclismo entre todos los que forman parte de este deporte. Pero la UCI creó el ProTour como le vino en gana, y así pasó lo que pasó. Ahora a la UCI le ha tocado agachar las orejas sino quería verse fuera por completo de cualquier poder en el ciclismo. Ahora sí dice McQuaid que van a discutir JUNTOS las reglas o el calendario. No le ha quedado más remedio. El punto límite ha llegado cuando los equipos ciclistas anunciaron su intención de no renovar la llamada licencia ProTour, lo que significaba, en definitiva, que la UCI se quedaba sin ingresos.
El acuerdo tiene pinta de ser muy bonito (en el papel). Pero esto es como esos matrimonios que se dan una segunda oportunidad al paso de un tiempo. Veremos a ver cuál es la cuota de poder que quiere tener cada una de las partes (UCI, organizadores, equipos,...) en este NUEVO ciclismo, y cuánto tiempo tardan en tener un nuevo conflicto. Porque éste llegará. No es lo mismo que un matrimonio vuelva a juntarse tras haberse separado por un caso de cuernos, por ejemplo, que se vuelvan a reunir después de separarse en su día porque las discusiones en la convivencia diaria eran continuas.
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