miércoles, 5 de noviembre de 2008

3 días de Noviembre que cambiaron el mundo

Las previsiones se cumplieron, y Barack Obama ya es el nuevo presidente electo de los Estados Unidos de América. Hasta el 20 de enero no será investido, pero lo que protagonizó en el día de ayer queda ya para los libros de historia. En un país donde hace menos de medio siglo los negros tenían que ceder su asiento a los blancos en los autobuses, se vivió una noche electoral que ha cambiado para siempre el rumbo de la historia. Las ganas de cambio después de 8 años de gobierno nefasto de George W. Bush han impulsado a Obama hacia la Casa Blanca, pero lo que ha logrado durante la campaña electoral es impresionante.

Nadie contaba con él cuando hace menos de dos años decidió emprender la siempre complicada carrera electoral estadounidense. En las primarias del partido demócrata, la que fuera Primera Dama del país de las barras y las estrellas, Hillary Clinton, parecía un rival inaccesible. Pero una fría noche de enero, en los albores del año, empezó a marcar tendencia en un lugar tan remoto como es Iowa y sus tradicionales caucus. Luego llegaron victorias en más estados, y el golpe, casi de gracia, en el Supermartes de Febrero.

A Hillary Clinton todavía le costó un tiempo más renunciar a su sueño de volver a la Casa Blanca, ahora como presidenta. Pero no tuvo más remedio que aceptar la derrota ante un candidato que ha cambiado para siempre la forma de hacer política. Como se ha dicho, Barack Obama es el primer presidente del Siglo XXI: ha aprovechado al límite todos los recursos a su alcance, especialmente Internet, y todo lo que ofrece la red de redes (en especial Facebook).

En el verano de 1963, el que hasta ahora era "el negro más famoso de la historia", Martin Luther King, tuvo un sueño. Ese sueño pasaba por ver convivir de forma pacífica a negros y blancos, en armonía y compenetrados. Hoy, 45 años después, el sueño está más vivo que nunca. Al frente del país está Barack Obama, negro, y como mano derecha, Obama tiene a Joe Biden, un blanco... muy blanco.


Se da la casualidad de que, hace sólo 48 horas, el mundo del deporte también ha cambiado el rumbo de su historia. Curiosamente, pocos días después de cumplirse cuatro décadas de uno de los episodios más significativos de la lucha por la integración en el mundo del deporte: el famoso "black power" de los Juegos de México'68. Los protagonistas de aquel gesto vivieron días de ostracismo después de aquello cuando regresaron a su país, Estados Unidos.

Hace sólo 48 horas, hemos visto un nuevo espectacular ejemplo de "black power" en el deporte. Un piloto de color negro se ha llevado el Mundial de Fórmula 1. Un deporte que nació en Inglaterra, pero cuyos fundamentos han sido siempre anglosajones. Lewis Hamilton hacía historia el año pasado, en 2007, al convertirse en el primer piloto de color que participaba en el mundial de 4 ruedas más elitista.

El mismo tiempo que ha durado el sueño electoral completo de Obama (su campaña "nació" a principios de 2007), ha tardado Hamilton en llevarse el Mundial. Al igual que Obama, el piloto británico tuvo una ascensión meteórica, y desde su primera carrera en 2007, demostró que iba a hacer historia. Al final de la temporada pasada, estuvo a punto de llevarse el Mundial. Pero "decidió" esperar. Esperar a que el deporte de motor más globalizado y el país más poderoso de la tierra se vistieran de color negro a la vez, en tan sólo 3 días de Noviembre.


Sin embargo, no todo es de color de rosa, o mejor dicho, de color negro. Aún hoy día los insultos racistas por el color de la piel están a la orden del día en el deporte, y sino, no hay más que ver las reacciones al título mundial de Hamilton. Pero los que atacan a otra persona por algo tan simple como el color de su piel no merecen otro calificativo que el de "cerebros capados".

Estos 3 días de Noviembre han cambiado el mundo.
Esperemos que para siempre.

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