miércoles, 10 de octubre de 2007

La caída del mito Marion Jones

Hace 7 años el mundo del deporte dejaba claro en Sydney quién era su reina: Marion Jones. La americana salía de la cita olímpica con 5 medallas, tres de oro y dos de bronce, y con el mundo del atletismo y del deporte rendido a sus pies: había conseguido el doblete en 100 y 200 metros, algo que hacía 12 años que no se conseguía, desde Florence Griffith en Seúl'88.

En aquellos Juegos, todo le sonrió a Marion, pero un año antes no había pasado lo mismo. En agosto del 99 se celebraban en Sevilla los Mundiales de Atletismo, y hasta ellos llegó la americana también con ganas de reinar, y de conseguir 4 medallas de oro. Sin embargo, allí la suerte le dio la espalda. Ganó el oro en el hectómetro, pero sólo obtuvo 1 medalla más, el bronce en salto de longitud. Una de las imágenes que más se recuerdan de aquellos Mundiales fue la lesión de Marion Jones en las semifinales de los 200 metros. Ya en la recta de meta, a Jones le dio un pinchazo en la espalda. Tuvo que ser sacada del tartán en camilla, dónde había caído dolorida. Igual de dolorido que debió quedar el reposabrazos de la silla en la que estaba sentado su por aquel entonces marido en las gradas del estadio. C.J. Hunter descargó su ira al ver a su mujer tumbada en el suelo dando un puñetazo en la silla dónde estaba sentado y de la que se levantó al instante.

Jones se había casado con C.J. Hunter, lanzador de peso americano, un año antes de la cita sevillana, en el 98. Su relación parecía idilíca, sobre todo dentro del Way of Life americano: dos deportistas de élite, que dominaban sus deportes. Sin embargo, después de los Juegos de Sydney donde Jones se cubrió de éxito, su marido empezó a cubrirse de otra cosa: la lacra del dopaje. Aquella fue la primera ocasión en que esta lacra le tocó de cerca a Jones, pero no la única en su carrera. En 2001, decidió divorciarse de C.J. Hunter, y poco tiempo después, inició una relación sentimental que cumplía aún más el Sueño americano. Jones empezó a salir con Tim Montgomery, una de las estrellas del hectómetro, y que en 2002 llegaba a conseguir el récord del mundo de esa distancia. Jones y Montgomery, las dos estrellas mundiales de la prueba fetiche de los americanos, los 100 metros, unidos sentimentalmente. Olvidado Hunter, ahora sí que todo parecía de color de rosa, e incluso la pareja tuvo un hijo en 2003.

Pero el dopaje volvió a poner en peligro la carrera de Marion Jones. Con una derrota inesperada en el 100 de Edmonton'01 (donde ganó el oro en 200), y con la baja por maternidad en París'03, su gran cita debían volver a ser los Juegos Olímpicos, en este caso, en Atenas. Pero no tuvo la oportunidad de volver a reinar. Meses antes de aquellos Juegos, se destapaba una de las redes de dopaje más importantes descubirtas nunca en Estados Unidos, el llamado Caso Balco, el nombre del laboratorio que habría distribuido una sustancia, Tetrahidrogestrinona (THG), un esteroide indetectable hasta entonces en los controles antidopaje.
Su marido, Tim Montgomery, confesó su culpabilidad, pero sin embargo, Marion Jones emprendió una dura lucha por defender su inocencia de esa causa. Montgomery no volvió a competir desde entonces, pero Jones sí llegó a luchar por estar en Atenas. Acudió a los Trials (las duras pruebas de clasificación americanas), pero se vio claramente superada tanto el 100 como el 200. Ella alegó que no se había podido preparar adecuadamente como consecuencia de la presión mediática, y sólo consiguió pasaporte para el salto de longitud. Sin embargo, sólo pudo ser quinta en esa prueba Atenas.

La sombra del dopaje se acercaba. En diciembre de aquel 2004, el que era responsable de la trama de dopaje de los laboratorios Balco, Víctor Conte, la acusó directamente de estar implicada como el que más en la red de dopaje.
Ella mantuvo su inocencia, y para intentar despejar dudas, se divorció de Montgomery en 2005, justo cuando se producen las primeras "condenas" oficiales del caso Balco, en forma de retirada de marcas y medallas. Por culpa de una lesión, se pierde los Mundiales de Helsinki'05, pero sigue en activo, y en 2006, parece vivir una segunda juventud. De hecho, realiza una buena primera mitad del año, pero en Junio parece que definitivamente ha sido cazada: Jones da positivo por EPO en un control antidopaje. Sin embargo, esa extraña relación que parecia tener con el dopaje hace que tampoco sea sancionada por aquello: el contraanálisis dio negativo.
Por lo que, a pesar de todas las sospechas, Marion Jones seguía siendo una atleta limpia, que además luchaba con ahínco por limpiar su imagen tras verse envuelta en el caso Balco.

Oficialmente seguía en activo, hasta que hace unos días decidió anunciar su retirada, además de confesar al mundo que todo había sido una gran mentira. O al menos en parte. Marion Jones ha confesado que tomó la THG, según ella, desde los Juegos de Sydney y hasta junio de 2001. Las autoridades deportivas ya han decidido que todo lo que Jones consiguió desde la cita australiana en adelante desaparezca de las tablas de medallas y de marcas, decisión a la que no ha puesto objeción la americana. Sin embargo, su carrera anterior a la cita de Sydney, también queda en entredicho a partir de ahora.
Sorprende que haya sido ahora cuando Jones haya confesado su culpabilidad. Realmente, no parecía que en este momento nadie la estuviera presionando para una confesión, que primero realizó por carta a sus amigos y familiares. Sus problemas pueden ir en aumento si las autoridades deportivas le obligan a devolver todos los premios monetarios que ganó en sus años de gloria, ya que no tendría con qué pagarlo. Hace ya unos meses confesó que se encontraba casi en números rojos precisamente por intentar defender su imagen en el escándalo Balco.

Analizando la situación con tranquilidad, la confesión de Jones puede haber sido más perjudicial que beneficiosa para el atletismo en particular, y el deporte en general. Realmente, las marcas de una tramposa desaparecerán de los libros de historia; sin embargo, seguirá en esos libros la historia de uno de los mayores mitos del atletismo mundial, que resultaba ser una completa farsa. Y es que muchos americanos soñaron con ser Marion Jones durante aquellos Juegos de Sydney'00, soñaron con llevar una vida idílica casados con otra estrella del atletismo mundial, que también conseguía récords.
Muchas personas que admiraron a la americana durante años, ahora han visto caer a su reina, lo que supone que la confianza de estas personas en el mundo del atletismo, y del deporte, desaparece por completo. Por lo que esta confesión, que estamos de acuerdo en que es de una tramposa, vuelve a erosionar al deporte. Y coloca una vez más al atletismo como el deporte que, junto con el ciclismo, más problemas de dopaje muestra de cara al espectador. De igual manera, habrá que reescribir la historia para saber quién fue la reina de los Juegos Olímpicos de Sydney'00.

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