jueves, 15 de octubre de 2009

Blog Action Day 2009: Climate Change in Sport

Un año más, Terreno de Juego se suma al Blog Action Day 2009.

Si hasta los osos hibernan más tarde de lo habitual… o si en un mes de Diciembre se ven en Londres abejas, mariposas o golondrinas… o si las aves migratorias ya no se van al Sur en los meses de invierno, es que el cambio climático es real. Y el mundo del deporte tampoco es ajeno a este fenómeno... porque buena parte de las competiciones deportivas se celebran al aire libre. Y un gran número de ellas dependen directamente de que haya o no una situación climática propicia. Porque sin nieve no hay esquí. Y sin agua no hay natación o piragüismo. Además es algo que se da a todos los niveles, desde la élite, hasta la base.

Los principales problemas en el mundo del deporte se registraron hace 3 temporadas, en el curso 2006/2007. En las dos últimas ha podido haber modificaciones o suspensiones puntuales de alguna prueba por el tiempo, pero en ningún caso llega a la dramática situación de aquella temporada, en la cual deportes como el esquí se preocuparon seriamente por su futuro.
Cualquier actividad deportiva que se desarrolla al aire libre depende del cielo. Cuántos partidos de tenis se han tenido que suspender por la presencia de la lluvia. De hecho, el líquido elemento ya es un ingrediente más de algunos torneos como el de Wimbledon, el más prestigioso del circuito tenístico, o incluso del US Open, que lleva dos años acabando en lunes por la lluvia. Sin embargo, el cambio climático puede cambiar de forma sustancial la práctica deportiva. Los más afectados, sin duda alguna, son todos los deportes invernales.

Existe un importante precedente. En el invierno de 1995 también hubo poca nieve. Estaba previsto que en marzo de ese año la estación granadina de Sierra Nevada acogiera los Campeonatos del Mundo de Esquí Alpino. Sin embargo, la falta de nieve obligó a posponer la cita un año, y el Mundial se acabó celebrando en 1996. De forma más reciente, en esa temporada 2006/2007 se llegaron a aplazar o cancelar más de treinta pruebas de las diversas Copas del Mundo de cada deporte típicamente invernal.

En la Copa del Mundo de Esquí Alpino, las cancelaciones eran obligadas, sin que fuera posible una reubicación de las pruebas. Cuando una prueba de la Copa del Mundo de este deporte se suspende, lo más habitual es que se celebre en otro lugar a los pocos días. Pero aquel año era imposible: faltaba la nieve en toda Europa. De hecho, sólo gracias a las estaciones de Estados Unidos el Mundial pudo disputar algunas pruebas sin problemas.

El esquí alpino es uno de los deportes más afectados. Para poder bajar una pista debe haber nieve, pero además en cantidad y asentada, para que todo sea seguro. En cambio, hay otras que con menos nieve sí se pueden llevar a cabo, como el Esquí de Fondo. Aunque haya una pequeña capa de nieve, se pueden deslizar los esquís. Eso sí, la ausencia de nieve en algunas zonas ha motivado el acortamiento en los últimos años del recorrido de la Transjusarianne, la prueba más larga y emblemática de la especialidad.

También se vieron afectados los Saltos de Esquí, en este caso porque los trampolines de esquí no están a tanta altura como las pistas de esquí, lo que hace que deba nevar más bajo para que haya nieve en esas zonas. La especialidad más afectada por las suspensiones en estos últimos años ha sido el Freestyle o Esquí Libre, una modalidad poco conocida en España. Los esquiadores compiten en un recorrido como si fuera una carrera, con numerosos saltos a lo largo del recorrido. Esto hace que haga falta nieve en abundancia para asegurar las condiciones de seguridad a la hora de saltar y aterrizar.

Aparte del Freestyle, quizás el efecto más claro del extraño invierno que vivimos en la temporada 2006/2007 fue la suspensión de Pirena, la carrera de trineos tirados por perros más importante de Europa, que se disputa todos los meses de Enero en los Pirineos. En 2007, los responsables de Pirena, ante la falta de nieve, decidieron aplazar el inicio de la prueba hasta el mes de febrero, a pesar de los problemas logísticos que eso suponía. Sin embargo, aquello no fue suficiente, ya que la nieve no llegó como debería y se tuvo que suspender la carrera, por vez primera en sus casi 20 años de historia.

Lugares donde la nieve no faltaba nunca, como Kitzbuehel o Saint Moritz fallaron. También otros clásicos como Val d’Isere, Solden, Chamonix, o Bormio. Estamos hablando de deportes donde la nieve es clave, ya que es la gran protagonista. Sin embargo, hay otros donde la nieve es sólo un complemento, pero que también se han visto afectados. Como por ejemplo, los Rallys. En concreto, la prueba más afectada por un posible cambio climático es el Rally de Suecia.

El Mundial de Rallies, tradicionalmente, se abría con el hielo de Montecarlo, para que luego le siguiera la nieve en Suecia. En 2007, por ejemplo, no hubo hielo en Montecarlo, y la nieve en Suecia también brilló por su ausencia. De hecho, dos semanas antes de celebrarse el rally los organizadores valoraban suspender el rally sino nevaba. Y es que este Rally de Suecia se caracteriza por los caminos nevados, lagos helados, y unos neumáticos especiales, estrechos y llenos de clavos para dar un buen agarre sobre la nieve.

El Rally de Suecia finalmente se disputó en 2007, gracias a unas nevadas de última hora que ayudaron a arreglar la situación. Sin embargo, la situación de cara al futuro no es nada halagüeña. De hecho, ya existe un precedente. En 1990 el Rally de Suecia no se disputó porque faltaba la nieve, su principal elemento. Y en los últimos años la nieve ya no es tan abundante, y ya no se forman los antaño tradicionales “snowbanks”, o muros de nieve, que situados en las cunetas, permiten a los pilotos apoyarse en ellos para aumentar su velocidad, y a la vez la espectacularidad del Rally. Por lo que una cita clásica en este deporte peligra de cara al futuro.

En todos los ejemplos anteriores, se echaba en falta la nieve. Pero el problema también está si la hay en exceso. Como ocurrió en los Mundiales que se tenían que celebrar en Are, en Suecia, en Febrero de 2007. Los esquiadores no salían de su asombro: la falta de nieve estaba arruinando la temporada, y el exceso arruinaba el Mundial. Cuando todos veían en el calendario la cita de Are respiraban aliviados, ya que esta ciudad está en una cima septentrional, alejada del epicentro del deporte blanco, los Alpes, que carecían de nieve. Pero en Are los esquiadores se encontraron con que la fuerte nieve y la poca visibilidad obligaron a aplazar el comienzo del Mundial. Curiosamente, las temperaturas sí eran bajo cero, pero insuficientes para poder endurecer la nieve. Gracias a un frente frío que vino de Rusia, la temperatura bajó, lo que terminó de endurecer la nieve. El Mundial finalmente pudo disputarse.

Resulta curioso que un deporte que no se va a ver directamente afectado por el cambio climático como es la Fórmula 1, haya hecho uno de los mayores esfuerzos de concienciación desde el deporte. Durante todo 2007, el equipo Honda de Fórmula 1 renunció a llevar patrocinadores en su coche, con la pérdida económica que eso supone, y lo vistió con una imagen gigante del planeta Tierra. No ganaron carreras, pero al menos intentaron difundir un mensaje global.

Las consecuencias del cambio climático ya las estamos contando, con ese aplazamiento o cancelación de pruebas. Pero hay más consecuencias. La suspensión de una prueba, o su cancelación causa, ya de por sí, un trastorno en el calendario de la propia competición afectada. Pero  las pérdidas económicas son también evidentes. Cada prueba tiene sus patrocinadores, que sino se disputa la prueba, pierden la inversión. Además, también se ve afectada la televisión que tiene previsto emitir las pruebas. Las suspensiones también afectan a los deportistas, ya que el viaje a cualquiera de las pruebas tiene un coste, que no se recupera si se suspende la prueba. Y no es que se muevan fortunas en los deportes invernales.

Además, si las pruebas suspendidas se reubican, eso supone nuevos viajes y gastos no previstos para deportistas y federaciones. Un ejemplo fue el aplazamiento que tuvo la Pirena en 2007, antes de su definitiva cancelación. Algunos deportistas que iban a participar en las fechas inicialmente previstas, veían imposible participar en las nuevas fechas, ya que muchos eran aficionados, y para poder participar habían pedido sus días de vacaciones justo en ese momento.

Pero además del trastorno financiero y logístico, el deportista también ve resentida su preparación. La temporada se planifica con mucha antelación, y con todo calculado al milímetro, por lo que cualquier variación del calendario supone alterar toda su preparación. Además, las malas condiciones, por la ausencia de nieve, también provocan alteraciones en la calidad de la preparación, si, por ejemplo, no se puede calentar de forma adecuada antes de la competición por falta de pistas.
Y qué futuro se plantea. Pues un futuro bastante negro. En 2007 la OCDE (Organización para la Cooperación Económica y el Desarrollo), publicó un informe que era desalentador para el mundo del deporte. Recogía, por ejemplo, que en el año 2050 sólo un tercio del actual espacio esquiable de los Alpes, donde se desarrollan la mayor parte de las pruebas invernales, mantendrá nieve al menos 100 días al año. Todo son datos y más datos, pero hay uno concreto muy significativo, el de los glaciares alpinos. De 1850 a 1980 perdieron un 35% de su extensión. Desde 1980 a la actualidad, han perdido otro 20%. Pero es que en 2050, se prevé que el 75% de los glaciares de los Alpes Suizos habrá desaparecido, y en el año 2100, la desaparición será casi total.

Con este panorama, ¿qué puede hacer el deporte blanco?. Aunque todo se está estudiando con calma, la Federación Internacional de Esquí ya está estudiando la posibilidad de celebrar algunas pruebas bajo techo. Sería en instalaciones como el Xanadú de Madrid, que pueden tener nieve todo el año.

Sin embargo, estas instalaciones indoor tienen el hándicap de ser pequeñas, y además sin condiciones tan extremas, es decir, sin pistas tan empinadas como las de un supergigante al aire libre. De momento, lo más que se puede hacer es disputar algunas pruebas menos complejas, como el slalom. Así en Holanda existe una pista de 400 metros donde sería posible hacerlo.

De momento, se podrán disputar al aire libre mientras haya nieve, aunque haya que subir a lo alto de las montañas, a los glaciares. Pero ya hemos comentado que las previsiones dicen que en 2100 habrá desaparecido también de allí la nieve.

Algún otro deporte lo tiene más “sencillo”, como el esquí de fondo. De hecho, ya ha habido competiciones de este deporte en circuitos urbanos, por ejemplo en Dortmund, en Alemania, con nieve artificial. Sin embargo, los deportistas son reacios a estas instalaciones indoor. Así, por ejemplo, la esquiadora austríaca Nicole Hosp se niega a tener que preparar la temporada en salas indoor como las que ya hay en Japón, Dubai o Alemania.

La Federación Internacional de Esquí sigue buscando medidas, porque en todo caso presupone que el cambio climático “va a suponer una gran crisis para el mundo del esquí”. De momento, ya han firmado una declaración de intenciones donde se recogen ciertas medidas para no contribuir al calentamiento global. Entre ellas está el reducir los grandes montajes e infraestructuras en las diversas sedes de la Copa del Mundo, a la vez que reducir el número de vehículos empleados, y el nivel de erosión al medio ambiente. Irónicamente, esta declaración de intenciones se firmó en el Congreso que la Federación Internacional de Esquí celebró en Río de Janeiro. Veremos en el futuro si el circo blanco torna a negro.

El beneficio de cuidar el medio ambiente, el entorno que nos rodea, repercute en nosotros. Si cuidamos el medio ambiente nos estamos cuidando, en definitiva, también a nosotros mismos. Sin medio ambiente algunas especialidades deportivas están en muy serio peligro. Si ahora con los inicios del cambio climático muchas de ellas ya se ven afectadas, qué no pasará en el futuro.

This post is part of Blog Action Day 2009 - Climate Change

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