TERRENO DE JUEGO: El domingo, NYC Marathon 2008

Como cada primer domingo de noviembre, la ciudad de Nueva York acoge uno de los maratones más populares del mundo, y seguramente, la carrera atlética más famosa. Será a las 10 y diez de la mañana cuando se dé la salida con un cañonazo en las cercanías del puente de Verrazano. Por delante los 42 kilómetros y 195 metros del maratón atravesando los 5 distritos de la ciudad de Nueva York, hasta llegar a la meta situada en pleno Central Park. Justo al lado de la meta, hay una estatua, dedicada a Fred Lebow, el creador de este maratón. A pesar de que cerca suyo esta otra estatua, la de John Lennon, todos los atletas populares quieren hacerse una foto con el creador de la carrera.

En el maratón de Nueva York participan 39.000 atletas, el tope máximo permitido, cada uno de los cuales paga 35 dólares por tener un dorsal para la mítica prueba. Difiere bastante del primer maratón de Nueva York, que tuvo lugar en 1970. Por aquel entonces, sólo 127 corredores se inscribieron y terminaron la prueba 55. Cada uno de ellos pagó un dólar de inscripción.
En la actualidad, no es nada fácil hacerse con uno de esos dorsales. Así, la reventa de un dorsal para poder correr está a la orden del día, aunque evidentemente, es ilegal. Aunque parezca mentira, es mucho más fácil conseguir un dorsal siendo de fuera de Estados Unidos que si eres ciudadano estadounidense. Los propios habitantes de Nueva York tienen que esperar años en lista de espera hasta que les llega su turno.

La magia de este maratón es que combina los máximos plusmarquistas mundiales de la especialidad con cualquier ciudadano, hasta el más humilde emigrante de la ciudad de los rascacielos. Cada año alrededor de 500 atletas españoles viajan hasta Nueva York el primer fin de semana de noviembre. Muchos de ellos gastan sus ahorros y se quedan sin vacaciones con tal de disfrutar de la magia de esta carrera. Además, cada participante tiene que buscarse la vida, y conseguir por su cuenta vuelo y hotel, lo que es una auténtica odisea. La aventura cuesta en total unos 3.000 euros para una persona que acuda por ejemplo desde España. Evidentemente, la organización también contrata corredores, como en cualquier maratón, con el objetivo de ganar la prueba. S

in embargo, en su dilatado palmarés no figura ningún español como vencedor. Y eso que por allí han desfilado atletas como Martín Fiz o Julio Rey en sus mejores tiempos.

Pero hay españoles de toda condición. Así por ejemplo en 2005 el maratón contó con la presencia de Luis Enrique, el ex jugador de fútbol de Barcelona y Real Madrid. E incluso el alcalde de Jerez, Pedro Pacheco, es un habitual de la cita neoyorkina. Muchos de ellos llevan puestas en el avión las zapatillas con las que correrán el maratón. Por si se pierde el equipaje, claro. Y es que las zapatillas son algo irremplazable para cualquier atleta.

Todo es gigante en el maratón de Nueva York. Transmitida en directo a 128 países, los atetas beben más de 1.500.000 botellines de agua y 500.000 vasos de bebida isotónica. Además, a lo largo del recorrido, hay instaladas 25 estaciones medicalizadas. La seguridad también está presente en este maratón, como no podía ser menos en Nueva York. Así, cada participante deja sus pertenencias en unas bolsas que facilita la organización. Estas bolsas son transparentes para que se pueda ver su contenido. La recogida está perfectamente controlada, y no se hace por número de dorsal, sino por apellidos.

Pero quienes van hasta Nueva York a disputar el maratón tienen una cita el día previo a la carrera. Se trata de una prueba de 6 kilómetros que se disputa el sábado a las 8 de la mañana. Esta prueba la organizan los propios organizadores del maratón, y se llam

a Carrera de la Amistad (y también tiene patrocinador). Se celebra junto a la sede de las Naciones Unidas, y los españoles la han rebautizado como Carrera del Desayuno. Unas 20.000 personas suelen participar en esta prueba previa a la carrera. Incluso se hace una pequeña ceremonia donde los atletas de cada país eligen una especie de abanderado que porte la bandera de cada nación allí representada.

También hay cita para la solidaridad. Justo antes de la salida, todos los participantes suelen hacer montones de ropa, que irán para la beneficencia. Los atletas se desprenden de su propia ropa con la que se han protegido del frío en los instantes previos a la salida y la echan a esos montones, que llegan a alcanzar las 30 toneladas. Por delante, los 5 barrios de Nueva York, y también 5 puentes que deben recorrer los atletas a lo largo de la prueba. En la salida se reparten 17.000 yougurts, y hay instalados 611 waters portátiles. En la llegada esperan 35.000 raciones de comida, 35.000 mantas térmicas y 35.000 medallas, tantas como participantes hay en la prueba. Todos los atletas son atendidos por más de 12.000 voluntarios.

Por cierto, para los interesados en ir hasta la Gran Manzana a disputar el Maratón, la fecha clave para los españoles es junio. La Agencia que lo organiza en España cierra su inscripción en ese mes. Este touroperador lleva 20 años trasladando españoles a Nueva York. Cuanto salen las plazas que corresponden a España, les quitan los dorsales de las manos.
Una última curiosidad: la carrera arranca a las 10 y 10 de la mañana, pero los atletas deben estar ¡4 horas antes! en la salida, incluso antes de que se corte el tráfico por donde pasaran los atletas, los 5 distritos de NY: desde Staten Island, pasando por Brooklyn, Queens, Bronx y Manhattan, hasta la meta de Central Park. Por el pulmón de la gran manzana se recorren 2 kilómetros hasta cruzar la línea de meta.

Esto es Nueva York. Y este es su maratón. Donde más de 2 millones de neoyorkinos salen a la calle para animar a los atletas, animados por bandas de música y por los propios policías y bomberos de la ciudad. Incluso sacan a los enfermos de los hospitales psiquiátricos a la calle para que vean la carrera. Y donde el día después, todos los atletas van con la medalla que le entregan en meta puesta por la calle. Y los atletas se saludan unos a otros. Y los neoyorkinos felicitan a aquellos que ven con la medalla al cuello.